Ya estamos aquí, en la frontera entre Zimbabwe y Sudáfrica. El mismo drama, distinto escenario. Aquí vemos de nuevo a personas saltando, atravesando, esquivando una valla. Mandela tomó la decisión de retirar la electrificación que la hacía infranqueable. Pero ahí sigue, con su alambrada, sus cámaras de videovigilancia y sus patrullas fronterizas. El escenario no puede ser más distinto. Donde antes había cactus, ahora vemos baobabs. Pero las personas que habitan esta frontera son, en esencia, las mismas que estamos encontrando en muros que están al otro lado del planeta.
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